miércoles, 28 de diciembre de 2016

Deseos


 "El noble Bruto os ha dicho que César era ambicioso. Si tal ha sido, su falta fue muy grave, y la habrá pagado terriblemente"

Julio César, Shakespeare. Acto tercero, escena segunda.

¡Cuántos hemos visto caer este año! Cuántos venían a darme, a regalarme el sosiego que me robaban por la noche los que querían pervertir mi dignidad. Y eso que cuesta pervertir la dignidad de un pobre que sabe que lo es, un pobre no demasiado iletrado, un pobre insolvente y rebelde, un pobre sediento.

Muchos han  perdido los frenos en las citas electorales, creyendo que estaban arriba, cayendo estrepitosamente, regalando un festival de puñaladas y diretes que no pesan más que un alma medieval: unos gramos de incomodidad con la foto de un café con leche, servidos cada mañana. Hay quien pensó que así estaba haciendo política y sólo alimentó la bestia del cinismo, quizá la más destructiva de cuantas pueblan las redes y las redacciones. 
Cómo me alegro de que acabe el año. Y eso que el 31 y el 1 serán físicamente iguales, pero se dice una, como pobre militante (no como militante pobre), que les queda un día menos. Les explico quién son les: los que manipulan, los que retuercen, los que no dialogan, los que dan la nota por pura incompetencia intelectual, los que son malos de capuchón, los que son tan pelotas, tanto, que han llegado arriba haciendo propósito de no descabalgar jamás. Esos que escriben discursos horrendos, esos que redactan leyes que nacen con un recurso bajo el brazo. A esos les queda un día menos, y como Bruto, son hombres honrados, y como Bruto, mataron la ambición del otro, y de paso al otro.
Me alegraré de que esos caigan este año y dejen el camino expedito a gente ética, gente libre de ego, gente que piensa en los demás tocando tierra, predicando con el ejemplo. 
En ocasiones pienso que debe haber gente virtuosa y preparada y me emociono. En ocasiones me tropiezo con personas así, me cercioro de que existen y pienso que quizá este año se animen y se unan a las que ya están trabajando por las ideas, sepultadas bajo unas siglas que dan a la galería momentos de bochorno y que no les hacen justicia. Me dura poco la ilusión. Lo que tardo en conectarme a la realidad paralela que escriben los argumentarios y que ni siquiera me suena. 
Ya pueden imaginar lo que pido para el año que viene, y lo poquísimo que voy a prosperar sin hacer esa vida social tan conveniente para dejar de verse como pobre, para intentar ser pelota, o Bruto...

miércoles, 21 de diciembre de 2016

No me interesa

Curriculum impresionante el de Quintà, pero no me interesa.
Para mí siempre será el asesino de una mujer. Y que conste que digo una mujer, no "su" mujer, aunque en las noticias haya repaso de la trayectoria del supuesto asesino, que culmina cuando Victòria Bertran ha pasado de ser "su" mujer a "su" víctima. 
Este caso no es peor que otros a nivel criminiológico, pero hay casos que hacen que las pupilas del espectador se dilaten, que se cree una pequeña conmoción social. Ella era una mujer bien formada, independiente a nivel económico. Aquí está la conmoción, pues no son sólo mujeres marginales las que sufren la violencia de sus parejas o exparejas. Dentro de todos los estereotipos que circulan sobre la violencia de género, uno muy extendido es ese que nos empuja a pensar que la violencia de género se desarrolla casi exclusivamente en entornos deprimidos socialmente. Hace mucho, al empezar en las redes, me llegó el testimonio de una mujer lista, listísima, que tuvo que salir de su casa con lo puesto.  A priori nadie diría que esa mujer (universitaria, preciosa, de lo que llamaríamos clase media-alta, joven, con recursos personales) era lo que se entiende vulgarmente como una víctima tipo. Esta mujer cargó -además de la crianza de los  hijos del matrimonio que huyeron con ella- con un mantra repetido por los que la rodeaban, basado en la incredulidad: eso le pasa a otro tipo de mujeres. Esas personas que emiten opiniones tan arbitrarias son las mismas que no entienden lo que significa que cuando nos tocan a una nos tocan a todas. Porque todas podemos encontrar a una mujer que es como nosotras por edad, formación, físico, estatus y que está sintiendo miedo por su vida, porque hay un hombre que decidió por los dos lo que habría de ser la vida. Y es que la víctima no nace víctima, es una consecuencia de la violencia (sí, queridos, igual que en la violencia escolar) y es el agresor el que tiene un perfil, para entendernos, (debemos dejar de ver tantas series americanas, por nuestra propia salud) o mejor, cumple unos parámetros de conducta y personalidad que se parecen demasiado. Estos parámetros son el control, la baja resistencia a la frustración, la inseguridad, la facilidad para mentir, la tendencia a manipular al entorno culpabilizando o amenazando...entre otros. 
Me rebelo contra esta comunicación sesgada. Me rebelo contra los medios que hacen de la mujer un objeto decorativo o de consumo, con los que frivolizan sobre la posesión en las relaciones, sobre los que hacen ver que la mujer es mujer mientras es madre, esposa, delgada, joven, deseable... estándar según su estándar.
Ada Colau ha dado en el clavo. En un comunicado dice: "La médica Victòria Bertran ha sido asesinada por su marido". Porque ella, antes de Quintà,  fue una mujer que quiso estudiar medicina, que acabó la carrera, que ejercía. Antes del asesino ella ya era alguien, ¿con qué derecho la desposeemos de su esencia, reduciéndola a la consecuencia de los actos de un bárbaro?
No me interesa quién era Quintà. Me interesa que sepamos reconocer a un Quintà. Que podamos enseñar a nuestras hijas a reconocerlo. Que enseñemos a nuestros hijos a rechazarlo, y sobre todo, a no serlo.

martes, 13 de diciembre de 2016

Caldo

Haré una aseveración antes de empezar: no creo en las conspiraciones, pero sí en los caldos de cultivo.
En un caldo de cultivo adecuado, ciertos organismos prosperan hasta adquirir proporciones de plaga. Solamente en ciertos caldos de cultivo, algunos organismos prosperan. 
Qué horror el caso de Nadia Nerea. Qué falta de ética, pudiéramos decir. Hemos supuesto que la tenían los padres porque su hija estaba enferma. Esto es muy de la creencia de que el sufrimiento ennoblece. "Dios da la enfermedad y la medicina", decían no hace tanto. Los resabios son el fondo oscuro ideal para un buen caldo de cultivo.
Un caldo -gordo- de cultivo ideal para el caso que les comento es el del sistema sanitario en la diana: Caro. Obsoleto. Poco eficiente. 
Las cifras se pueden consultar, para el que tenga paciencia. Lo que no sale en las cifras es cuántas horas trabajan seguidas los médicos y sanitarios de la pública, cuántas veces falta personal,  por qué se cierran camas. O las derivaciones a centros privados, si de verdad son tan necesarias, si no hay otro modelo posible que el que se ha intentado implantar. Si de verdad la solución está en Houston, en Lourdes o en un laboratorio bien dotado que no se está dispuesto a pagar, porque no dará dividendos.
Ese modelo social neocon también gusta de vapulear a la enseñanza pública. Qué mala es, ¿verdad? Queremos ser nórdicos, definitivamente. Díganle a un nórdico el sistema de trinque del hospital de Castellón, díganle si un instituto puede funcionar 12 años en aulas prefabricadas. 
Asistan al nórdico.
Un buen caldo de cultivo creará la expectativa de una sanidad imaginada en el exterior de nuestro sistema, con elementos de juicio sacados de no se sabe dónde, pues nuestros profesionales viajan y leen correctamente en varios idiomas, y están al día, y son vanguardia mundial en muchos casos. Vanguardia mundial exportada, muchas veces porque nos faltaba cash, pero para eso.
Y eso es lo que no es rentable la semana que viene. Como esas au pair sobradamente preparadas que son explotadas como chachas de antaño en el Reino Unido, como esos ingenieros que están dando tumbos, repitiendo la historia de los abuelos, maleta en mano, hasta la invisibilidad final.
El caldo de cultivo del desempleo crónico,  de la ferocidad laboral, de la falta de industria y de inversión ni calienta ni hace sopa. Es la sopa boba de unos pocos, aliñada con buen hueso de jamón, con unas cuentas opacas, con una vida al margen de la masa que tirita. 
Un informe sobre calidad de la sanidad rezaba en uno de sus puntos: "La percepción de la salud disminuye al disminuir el nivel de estudios, la clase social y el nivel de ingresos". Conclusión: Sabemos que estamos enfermos, pero alguien vendrá a decir que estamos así por apalancarnos en nuestra zona de confort. Hay que creer en uno mismo y reinventarse. Hay que creer  tanto que termina uno creyendo en cualquier cosa. Hasta en los milagros.

martes, 6 de diciembre de 2016

Bucle

Aunque uno no quiera, es Navidad desde hace quince días al menos. Dan fe de ello los múltiples encendidos  en las ciudades, la programación flipante que proponen las teles, la sobra de brillo de cualquier escaparate. Málaga se encendió con un "túnel lumínico", algo para mí insólito,  pero es que yo soy de tira de bombillas de alto consumo, pintadas con titanlux. Ahí me quedé clavada un año en unas fiestas. No necesito más. 
Así como mis terquedades se van reafirmando año tras año, año tras año también llueve en Málaga. Y año tras año se suceden las imágenes de barrillo en las aceras, rescates y desastres varios. ¿Sabían ustedes que se hizo en 1995 un plan que se llamó "Plan de Defensa de Málaga frente a las Inundaciones"? En 2014, el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga, José Damián Ruiz Sinoga, hablaba del alto riesgo de inundaciones en la zona del Guadalhorce, derivado, entre otros factores, por la transformación urbanística de esta zona. En 2009, declaraba a tenor de este problema al diario Sur: "El Guadalhorce se ha resuelto, aunque cualquier río Mediterráneo tiene una llanura de inundación, así que si se cultivan chalés en vez de naranjas tendremos un problema".
Algún día, (algún día, algún día, algún día...) los expertos serán los que tomen las decisiones (mantra).
Algún día, también, nos enteraremos de por qué esa chica rumana que estaba en un club de alterne no podía salir del sótano donde se encontraba mientras subía el agua, en esa misma Málaga plagaíta de luces de última generación. Nos enteraremos de cuáles eran sus condiciones de trabajo, de cómo de triste era su historia. No será como la de esas chicas jacarandosas que regentan el burdel agraciado por la lotería en la última comedia taquillera. Recuerdan a "Las señoritas de mala compañía", sólo que aquellas eran de Nieves Conde. Mujeres ceñudas como mi admiradísima Maria Luisa Ponte, imaginen, como para no querer echar todas las canas al aire. Reediciones de lo mismo que ni antes ni ahora tiene gracia, con la diferencia de que ahora sabemos que no existe Pretty Woman, pero miren, aún hay una parte de nuestra vida que es una verbena donde suena "moliendo café" y las señoras se sientan a mirar quién agarra a quién y quién se deja agarrar. Lo que ahora aparece como en bucle, antes era sólo tradición. Ahora sabemos que debemos llamarlo esclavitud, explotación o directamente Gomorra, pero la de Saviano.